—Hola, ¿qué tal?
—Hola. Estoy un
tanto…
—No necesitas
decirlo, sólo tienes que abrir tu corazón para sanar.
—Te parece correcto
que lo haga?
—Siempre que tú
quieras que te escuche lo será.
—Es confusa la forma
en la que ha acabado mi vida.
—Seguirá siéndolo si
no te atreves a hablar de lo que estás sintiendo.
—Me aterra el tener
que hacerlo.
—Es conmigo con
quien hablas no con ningún desconocido.
—He vivido en las
sombras por tanto tiempo que ya no sé si puedo hundirme más.
—Deja los rodeos y
habla ya!
—Han pasado unos
largos años desde que descubrí que algo andaba mal.
—Qué te hace pensar
que lo está?
—Por favor,
cualquier persona a mil kilómetros de distancia lo podría notar.
—Pues yo no lo hago.
—Es porque eres
parte de mí.
—Estoy esperando tu
revelación.
—¡No hablaré de eso
jamás!
—Tienes que abrirte
o vas a explotar.
—No me importa lo
que pueda pasar.
—Pues a mí me
importa y no me pienso marchar hasta que hables.
—Está bien voy a
hablar, pero sólo porque no te soporto más.
—Adelante, ya puedes
comenzar.
—Desde que mi vida
comenzó algo ha estado fuera de lugar.
—¿A qué te refieres
con eso?
—¡Déjame continuar!
—Vale, no te
sobresaltes.
—Me impresiona su
forma de andar, su aspecto perfecto y su extraño pronunciar.
—¡Se trata de amor!
Eso es lo que te ha estado confundiendo.
—Así es, mas no de
cualquier amor pues éste no puede aflorar.
—¿Por qué dices eso?
Claro que lo hará.
—Porque me he
enamorado de la persona incorrecta.
—No se escoge a quien
se ama.
—Ni se ama a la
persona equivocada.
—Eso no lo puedes
afirmar.
—Mi amor no es
correspondido y nunca lo será.
—¿Se lo has
confesado ya? ¿Te ha rechazado sin más?
—No hace falta que
lo haga para que me llegue a enterar.
—No debes fiarte de
tu instinto, te puede traicionar.
—Sus gustos no son
compatibles con los míos…viviré por siempre en sagrada soledad.
—No permitiré algo
así, no sin antes luchar por su amor.
—No importa lo que
haga, nada va a cambiar.
—No lo sabrás hasta
que le intentes enamorar.
—Está claro que eso
no sucederá.
—Tienes que ser
valiente.
—Me he cansado de
intentarlo y no lo he logrado.
—Nadie dijo que
sería una tarea fácil, pero lo conseguirás.
—Tú no sabes nada,
no puedes opinar!
—¿Qué es lo que no
sé? ¿Me lo puedes explicar?
—No me gusta hablar
sobre eso.
—Necesitas hacerlo y
puedes confiar en mí.
—No lo entenderías,
ni nadie más.
—Entonces vuelve a
hablarme de su forma de andar.
—Esa es una trampa
para intentarme embaucar.
—Confieso que era lo
que deseaba, mas solo te quiero ayudar a conquistar su afecto.
—Nadie puede hacerlo…
—¿Por qué no hablas
de una vez y acabas con esta falsedad?
—Temo que no lo
entiendas y que te quieras apartar.
—Jamás me iré de tu
lado.
—¿Lo prometes?
—Si es lo que
quieres lo hago y por lo más sagrado.
—Espero no
equivocarme al confiarte lo que sucede.
—Ten la seguridad de
que no será un error.
—Siento que no soy
normal.
—¿En qué sentido lo
sientes?
—Mis sentimientos no
son comunes.
—Que no lo sean no
significa que no seas normal.
—Sigues sin entender
a qué me refiero.
—Disculpa, pero
tienes razón.
—Estoy totalmente…
—¡No lo digas, lo
acabo de comprender!
—¿Y qué piensas de
eso?
—No lo sé, es un
tanto difícil de asimilar.
—Eso es lo que
temía.
—No te adelantes que
no te voy a juzgar.
—Pero ya nada será igual.
—No lo será, pero no
cambiará para mal.
—¿Por qué crees eso?
—Pues ahora lo has
admitido y todo será más sencillo.
—¿No piensas que
estoy en un estado de confusión enorme?
—Creo que hay cosas
que no se pueden negar.
—Me avergüenzo.
—¡No tienes motivos
para hacerlo!
—Claro que los
tengo.
—Son tus
sentimientos y les debes respeto.
—También tengo
miedo.
—¿A qué le temes?
—A la reacción de la
gente.
—No te preocupes por
ellos.
—Para ti es fácil
decirlo porque no tienes que verlos.
—Que no lo haga no
me excluye de su trato.
—Odio estar en medio
de esta situación.
—Eso piensas ahora,
pero con el tiempo vas a sentirte mejor.
—No veo un futuro en
mi vida.
—¿Qué es lo que
quieres decir? ¿Acaso te piensas rendir?
—A veces pienso que
es lo mejor.
—No tomes el camino
más sencillo.
—Necesito acabar con
esto.
—No hay forma de
lograrlo.
—Encontraré una.
—No podrás hacerlo.
—Por supuesto que
sí.
—No lo has logrado
hasta ahora.
—Pero…
—¡No hay peros, esta
persona eres tú y no te puedes cambiar!
—Desearía poder
hacerlo.
—¿Para qué? ¿Qué te
impulsa a quererlo?
—Para dejar de
sentir que le estoy fallando a la sociedad.
—Eres la única
persona a la que no le puedes fallar.
—Detesto todo lo que
siento.
—Deja de decir
estupideces y date cuenta que tú eres lo más importante de todo esto.
—No sé qué hacer, ni
siquiera tengo idea de cómo pensar.
—Debes ser la
persona que eres en realidad.
—Es complicado
lograrlo.
—Inténtalo que ahora
mucho hemos avanzado.
—Ahora que lo sabes,
¿crees que tendría una oportunidad?
—Primero tienes que
ser completamente transparente.
—Eso es lo que estoy
haciendo.
—No del todo.
—¡Hago mi mejor
esfuerzo!
—Podrías sincerarte
más.
—¿Qué quieres que
diga?
—Toda la verdad.
—Lo acabo de hacer.
—No me intentes
engañar.
—¿Te refieres a mis
sueños?
—Acabas de atinar.
—Uno no escoge lo
que sucede mientras duerme.
—Lo sé, pero creo
que no los debes ocultar.
—No me siento en
condiciones de seguir con esto.
—Anda, no te rindas
que estás por acabar.
—Los sueños son tan
extraños que me llenan de dudas.
—¿Qué clases de
dudas tienes?
—Creí que ya lo
habías entendido.
—Tienes razón, pero
lo quería confirmar.
—A veces sueño que
me mira.
—¿Y otras veces?
—Que su boca me hace
suspirar.
—Háblame más sobre
eso.
—Sólo debes saber
que le amo de verdad.
—Eso lo sé sin
dudar, tus sentimientos están muy claros.
—Nunca había sentido
nada como esto.
—Entonces deberías
hacer algo al respecto.
—Me conformaré con
poder verle andar.
—Llegará el momento
en el que no será suficiente.
—Para mí por siempre
lo será.
—Sabes que tengo
razón.
—Sí, pero no puedo
hacer nada más.
—Puedes arriesgarte
y tratar de conquistarle.
—Es una persona
difícil y la situación imposible para alguien como yo.
—¡No te des por
menos, tú puedes hacerlo!
—Desearía que fuera
así, pero sé que no puedo.
—¿Lo has intentado
ya?
—Por supuesto que
no.
—¿Entonces por qué
piensas que vas a fracasar?
—Porque le conozco
tan bien que sé que jamás me aceptará.
—Si no lo intentas
no podrás asegurarlo.
—¿Y si lo hago y me
rechaza?
—Eso es lo peor que
puede pasar, además es sólo un escenario.
—Pero si eso sucede
me devastará.
—No tienes nada que
perder y sí mucho que ganar.
—Me estás haciendo
dudar y no me gusta nada.
—Esa es mi tarea y
pronto estará realizada.
—Siento mi corazón
palpitar.
—Es porque acaba de
pronunciar tu nombre.
—Amo cuando sus
labios lo pronuncian al hablar.
—Este es tu momento.
—No estoy en
condiciones para hacerlo.
—Anda que una
oportunidad así no se volverá a presentar.
—¿Qué debo hacer?
—Ser feliz.
—A su lado lo seré.
—Lucha por estar ahí
entonces.
—Es la persona que
me ha hecho dudar sobre toda mi vida.
—Y la que le ha dado
sentido desde el primer día.
—Su sola presencia
me desconcierta.
—Es porque te hace
perder la cabeza
—A su lado me siento
completamente demente.
—Es porque tu
corazón es su fiel sirviente.
—Sin su presencia mi
vida no tiene rumbo.
—Tú le seguirías
hasta el fin del mundo.
—Y más allá con tal
de lograr conquistar su corazón.
—De eso no puedo
dudar.
—Daré el primer
paso.
—La suerte estará de
tu lado.
—Si no lo está no me
importa, pero quiero intentar besar sus labios.
—Luego querrás que
sea por siempre.
—Ya en eso pensaré.
—Demuéstrale que le
amas como nadie.
—Lo haré, pero las
circunstancias juegan en mi contra.
—Sólo hazlo y no lo
pienses más que mientras hablamos la oportunidad se irá.
—No la
desaprovecharé, por ella lucharé.
Joss Brenes Marzo 2014