viernes, 22 de julio de 2022

Como la primera vez


No voy a mentirte, no sería honesto de mi parte y eso es algo que siempre ha prevalecido.

No todos los días me detengo a estudiarte, a analizar cada gesto, cada detalle, cada facción de tu rostro.

No todos los días siento un cosquilleo en el estómago cuando te veo, ni invento mil excusas para quedarme cinco minutos más a tu lado, como lo hacía cuando recién nos estábamos conociendo.

Tampoco podría decirte que siento nervios cada vez que recibo un mensaje tuyo, o cuando veo una llamada entrante junto a tu nombre.

No obstante, muchos otros días te miro y quedo absorta ante tu belleza. Sonrío con timidez, como en nuestra primera cita, cuando te vi buscándome en medio del café.

Muchos otros días encuentro tu aroma, ese que huele a amor, y suspiro y sonrío, recuerdo y revivo un cúmulo de emociones, como cuando te abracé por primera vez.

No aquella noche, en la que el frío nos hacía titiritar fuera del restaurante, en el que alargamos, una vez más, como tantas otras, una salida casual. Ese día moría por estrecharte entre mis brazos, pero no lo hice… no lo hicimos.

Me refiero a la primera vez que nos abrazamos, cuyo recuerdo no está muy fresco en mi memoria visual, pero sí olfativa, porque soy capaz de revivir la forma en la que me impregné de tu aroma, ese que huele a amor.

Y, de repente, siento que todo es como la primera vez, porque esa misma emoción se apodera de mi ser y todo lo que quiero es estar a tu lado y quedarme ahí para siempre.

Sin embargo, no es así, ya no es como la primera vez, porque no somos las mismas. Hemos cambiado.

Pero eso no es algo malo, en lo absoluto. Cambiar es parte de la naturaleza. Sería más alarmante darnos cuenta que no hemos mutado, a pesar del tiempo, de las relaciones y de las experiencias que nos van moldeando día a día.

Ya no somos las mismas y, sin embargo, todos los días decidimos elegirnos y eso es aún más valioso, pues ahora no nos une ese frenesí de emociones que se produce cuando se conecta con alguien por primera vez, sino un amor tan puro y verdadero que no conoce límites.

Te amo, no como el primer día, sino como todos los que le siguen, porque de forma consciente y racional he decidido amarte hasta el final.

Joss Brenes