Hoy en día todos hablan de la gran actuación de la selección
nacional en el mundial y no es para menos, lo que hizo la tricolor ha sido la
gesta futbolística más grade de la historia de Costa Rica, pero eso no se
consiguió únicamente por haberse ubicado como la octava mejor selección de la
copa, se logró luego de sortear varios desafíos que a lo mejor muchos han
olvidado.
El camino inicio con el comienzo de una eliminatoria cuya primera
parte estuvo llena de dudas, con derrotas ante México que afianzaban su
predominio en el área y resultados favorables ante Guyana, pero el verdadero
rival de Costa Rica era el siempre peligroso país hermano, El Salvador. De
antemano se sabía que el equipo que sacara ventaja en los encuentros que se
disputaran terminarían avanzando de ronda junto a México y por eso el empate a
dos en casa nos puso a sudar frío; sin embargo, en el encuentro clave en San
Salvador, el gol de Cubero nos hizo respirar con un poco de calma y nos condujo
al siguiente paso, la hexagonal final.
La tan esperada hexagonal tampoco tuvo un comienzo
prometedor pues el empate que se dio en el Rommel Fernández hace
aproximadamente un año y cinco meses nos llenó de dudas a todos y más aún con
el estrepitoso comienzo donde en menos de treinta minutos nos encontrábamos por
debajo en el marcador y por partida doble. Afortunadamente el goleador de la
sele, el siempre atacado Álvaro Saborío y nuestro capitán, con un gol de
chilena, a pocos minutos de finalizar el partido hicieron que la ira de los
ticos se mermara de cierta forma, no obstante, desde ese momento los
comentarios críticos sobre la labor de Pinto Afanador eran alarmantes.
¿Qué siguió después de ese jalón de orejas? Sencillamente, siento
cierta acidez al recordarlo, el tan mencionado partido en Denver. Ese veintidós
de marzo de 2013 quedará por siempre grabado en la memoria de todos los
costarricenses, al menos en la de aquellos que sienten un cierto apego por el
fútbol, porque fue a partir de ese momento cuando la sele despertó, cuando se
tocó nuestro orgullo y el pueblo entero se sintió humillado. La FIFA dejó de lado el tan famoso fair play y
nos obligó, no encuentro una mejor palabra para describirlo, a jugar bajo la
nieve, literalmente ¡bajo la nieve! Obviamente el equipo estadounidense al
estar más habituado a temperaturas tan extremas y con el aliciente de haber
conseguido un gol tempranero se hizo con la victoria, eso los hizo muy felices,
pero no se dieron cuenta que esa táctica que pusieron en práctica para
perjudicar a los ticos fue el mejor favor que pudieron habernos hecho, porque
ellos señoras y señores crearon un monstruo al que nadie ha podido detener.
Las victorias ante Jamaica y Honduras, el empate frente a
México y el posterior triunfo ante el cuadro canalero nos hizo creer, poco a
poco el equipo se iba acoplando mejor y el mundial no se veía tan lejos como al
inicio, pero se acercaba la hora de la verdad, el momento que todos los ticos
estábamos esperando, Estados Unidos visitaba el Estado Nacional. El seis de
setiembre la venganza llegó, algunos dirán que la venganza es mala, pero bien
que todos la saboreamos. Le dimos la espalda a la FIFA, le hicimos saber que
con los ticos no se juega y que no nos íbamos a prestar para seguir
favoreciendo sus intereses, mas por aquello de que ese acto resultara
insuficiente los muchachos se lucieron sacando un marcador de tres a uno que
nos ponía a las puertas del tan esperado mundial, del cual el mismo cuadro
norteamericano nos había dejado fuera con su tardío gol años atrás.
Todo el sufrimiento que había iniciado desde el encuentro
contra El Salvador había llegado a su fin, y México fue la última víctima de
una muy inspirada selección de Costa Rica, la cual hizo que el “Tri” sudara
frío y que respirara con alivio al saber que podían luchar por el repechaje. El
pueblo costarricense estaba feliz, el mundial era una realidad y eso solo podía
significar una cosa, había que “Celebrar Carajo”, pero eso no es lo que tenía
en mente nuestro seleccionador, quien muy inteligentemente comenzó a planear el
trabajo a realizar para hacer un buen papel.
La emoción que aquella memorable eliminatoria nos había dado
empezó a tambalearse de manera horripilante, comenzando por el sorteo para
conocer a los rivales que tendríamos en la cita mundialista. Todos sudamos frío
cuando vimos que el nombre de Costa Rica estaba al lado del de Italia,
Inglaterra y Uruguay, ¡TRES CAMPEONES DEL MUNDO! Ni más ni menos, no era uno,
ni dos, eran tres campeones del mundo contra la pequeña Suiza centroamericana.
¿Qué podía esperar un tico luego de conocer la clase de rivales que tendría la
sele? Tal vez lo que el resto del planeta pensó, “tenemos una suerte de puta
madre”.
Los comentarios no se hicieron esperar y la “Cenicienta del
grupo de la muerte” comenzó a ser el hazme reír sin siquiera haber iniciado el
mundial. ¡Que nervios! Íbamos a hacer un ridículo frente a selecciones tan
poderosas porque el nivel mostrado en la eliminatoria fue aceptable, incluso
bueno, pero hasta ahí. Sin embargo, para los seleccionados eso solo hizo que el
deseo porque comenzara el tan esperado torneo incrementara, e hizo que nuestro
director técnico, el tan criticado Jorge Luis Pinto comenzara a tejer en su
mente una estrategia que iba a hacer que el mundo entero conociera el nombre de
Costa Rica.
El pesimismo reinaba en el ambiente, los partidos de
preparación comenzaron a dejar serias dudas y para añadir un poco de drama, las
lesiones comenzaron a hacerse presentes. ¡Oviedo fuera! No podía ser cierto,
Bryan se había lesionado justo cuando comenzaba a tener más minutos con el
Everton, nos quedábamos sin nuestro lateral por la izquierda, sin uno de
nuestros mejores hombres y a eso se le sumó la lesión de Gamboa, quien
afortunadamente logró recuperarse a tiempo. Los días seguían transcurriendo y
el panorama no mejoraba en demasía, el ambiente estaba tenso, pero había cierta
alegría porque al fin de cuentas el mundial es la fiesta del fútbol y eso los
amantes de ese deporte lo disfrutamos de principio a fin.
A pocos días de partir para comenzar a hacer historia otro
golpe ataca a la tricolor: ¡Saborío fuera! El goleador, uno de los capitanes,
un hombre de experiencia, criticado, odiado, pero a la vez amado. Todos nos
hemos quejado por su accionar en algún momento, pero de igual forma hemos
gritado sus goles, los cuales son bastantes, con el alma y ahora no podíamos
hacerlo, perdíamos a un hombre clave en el esquema y el accionar del equipo se
iba a ver perjudicado. El ánimo
que no había sido bueno empezó a decaer aún más, pero los jugadores seguían
mentalizados y tenían una sola consigna, querían hacer historia. Y una baja más se sumaba a tan solo días del encuentro
contra Uruguay, ¡Mora fuera! Vaya que nos sentíamos malditos, ¿Qué tenía contra
nosotros el dios del fútbol? ¿Por qué nos hizo sufrir tanto? Eso nadie lo sabe,
pero ahora ya no importa porque los días se encargaron de hacer que las lesiones y los malos
partidos de preparación se borraran de nuestras memorias y fueran cambiados por
recuerdos que difícilmente podrán ser borrados jamás.
Catorce de junio de 2014, una de la tarde, uniforme blanco,
ambiente de fiesta en Costa Rica donde había rojo por doquier. Navas, Gamboa,
Duarte, González, Umaña, Díaz, Borges, Tejeda, Bolaños, Ruiz, Campbell.
¡Mariposas en el estómago! Una nación unida, un solo sentimiento, piel erizada
al cantar, “Cuando alguno pretenda tu gloria manchar, verás a tu pueblo, valiente y viril”, el himno más lindo del mundo. Y la espera
por fin llegó a su fin, el partido comenzó, el sueño mundialista pasó a ser una
realidad, una realidad que iba a asombrar al mundo entero.
La sele comenzó jugando bien, pero eso no impidió que el árbitro
pitara ¡Penal! ¡No puede ser! ¿Por qué si ni siquiera estábamos jugando mal?
Gol de Uruguay, Cavani puso el balón en el fondo y el pesimismo volvió a hacer
su aparición. La sele tocaba la bola, la sele podía lograrlo, pero necesitamos
estar más finos para…¡Campbell GOOOOOL! Cuatro millones de gargantas ticas
gritamos ese gol con alma, vida y corazón. Joel nos ponía a soñar, tal vez nos
había menospreciado y teníamos lo suficiente para hacer un buen papel y quizá…
¡Duarteee goooool! ¡Dios mío nos vamos a infartar! Costa Rica estaba ganando,
se estaba vengando de la selección Uruguaya que nos había ganado en el
repechaje para ir al mundial de Sudáfrica y que bien que sabía. El tiempo no
avanzaba y los sentimientos variaban de forma abrupta, ¡que se acabe pronto! Pero
por qué no esperar un poco más y así poder gritar una vez más ¡gooooool, goool
de Ureña! Era todo, todo lo que necesitábamos para ser felices, derrotamos a
una selección histórica, a la primera campeona del mundo, y no solo eso, la
¡Goleamos! Vaya día, algo que pocos esperaban, pero que muchos soñaban y ahora
que se había conseguido ¿por qué no ir por más?
¿Costa Pobre? Los ticos nunca olvidaremos ese titular, ni
tampoco los uruguayos que aprendieron a no volver a subestimar a la escuadra
nacional y sobre todo a no tocar el orgullo del país más feliz del mundo. Y
vaya que somos felices, la celebración pasó a tomar las calles, una marea de
personas disfrutaba de ese triunfo histórico. Las banderas y las camisas de
Costa Rica empezaron a asomarse, y no solo a eso, comenzaron a multiplicarse de
manera sorprendente pues la selección no solo convenció a quienes tenían esperanzas
en ellos, también puso a soñar a todos esos incrédulos que nunca pensamos
celebrar como lo estamos haciendo.
Seguía Italia, Pinto estaba feliz porque había estudiado a
la escuadro azzurra desde hace
muchísimos años y porque creía que podíamos ganarles, por su parte los
seleccionados estaban mentalizados en una única cosa, avanzar a los octavos de
final. La prensa mundial había volteado a ver a la “Cenicienta”, los elogios
comenzaron a hacerse presentes y la emoción en el país aumentó, sin embargo el
denominado por muchos “golpe de suerte” era algo que difícilmente se iba a
repetir contra la tetra campeona mundial… Que equivocado estaba todo el mundo,
literalmente todo el mundo porque Costa Rica doblegó a Italia, Ruiz apareció de
cabeza y el país entero gritó como nunca ¡GOOOOL! Veinticuatro años después,
bendito veinte de junio, el día del fútbol nacional, de las clasificaciones
históricas a octavos de final, ¡BENDITO, BENDITO! Las lágrimas se asomaron en
algunos rostros, era la victoria más importante en la historia del fútbol
costarricense, derrotamos a la escuadra que ocho años atrás había levantado la
copa y dejamos por fuera, decirlo suena tan sencillo, a la siempre complicada
Inglaterra.
El país estaba de fiesta, el famoso asueto de dos horas se
extendió y hasta el propio Presidente regresó a la fuente de la hispanidad.
Regresamos a octavos de final, así que simplemente no se podía dejar de
celebrar. Alegría era lo que imperaba por doquier, orgullo era el común
denominador de los ticos y un marcado patriotismo empezó a relucir en cada una
de las siete provincias del territorio nacional. ¡CLASIFICADOS EN EL GRUPO DE
LA MUERTE! Vaya que será algo que jamás podrá olvidarse, algo que será
comentado por años y que junto a aquella selección de Italia 90 se convertirá
en uno de los recuerdos más importantes de la historia del fútbol nacional.
Le tocaba el turno a una ya eliminada selección británica y
lo único que nos estábamos jugando era el primer lugar, ¡sí señoras y señores,
el primer lugar del grupo D! Tal vez no fue un partido en el que pudimos
celebrar un gol, pero volvimos a demostrarle al mundo que la tan mencionada “Cenicienta”
era una candidata al título y que tenemos un porterazo al cual muchos
consideran, y con toda la razón, el mejor portero del mundo en la actualidad. Los
Ingleses no pudieron vulneran la portería y otra vez nos íbamos con el cero
atrás y seguíamos invictos, ¡INVICTOS! ¿Quién pudo imaginar eso? ¿Quién en sus
mejores sueños pudo vislumbrar que la sele iba a terminar a la cabeza cuando tenía al lado selecciones como Italia e Inglaterra a las que dejamos fuera, que iba a golear
a Uruguay y que terminaría invicta en la fase de grupos? Yo me atrevo a pensar
que ni siquiera el 1% de la población mundial veía eso como posibles, y tal vez
eso hizo que algunas casas de apuestas quebraran y que el corazón de todos los
ticos comenzara a palpitar con más fuerza.
¿Ahora que seguía? Nada más y
nada menos que la selección de Grecia, ese incomodo equipo que años atrás había
conseguido la Eurocopa basado en el éxito de su sistema defensivo. Se venía
otro reto, teníamos que derrotarlos para alcanzar lo que sería otro histórico
logro, en este caso llegar a los cuartos de final. Esta vez el pesimismo no
existía, habíamos dejado atrás a otros combinados patrios de gran calidad y por
eso la favorita de la serie era esa selección del pequeño país centroamericano,
el que incluso muchos no conocían antes de la cita mundialista. Un encuentro
cerrado, feo, complicado, táctico, donde el que cometía un error podía pagarlo
caro al tener que dejar el mundial.
Los minutos pasaban y los ticos,
unidos como una sola familia, estábamos sudando la gota gorda al ver que el
partido estaba más difícil de lo que muchos esperaban, hasta que apareció una
vez más nuestro capitán. Campbell la abrió para Bolaños, quien aprovechando sus
características individuales le puso un pase a Ruiz que tocó la brazuca de tal
forma que acabó en la red griega como en cámara lenta. Una vez más el grito de ¡Gooool!
Se hizo presente, el sueño mundialista se estaba extendiendo, podíamos
lograrlo, podíamos avanzar y seguir adelante para luchar por el título, pero
apareció la ¡ROJA! Duarte se iba expulsado, nos quedábamos con diez hombres en
un partido sumamente complicado y perdíamos estabilidad en la línea defensiva. El
tiempo avanzaba de forma lenta, el sufrimiento se iba incrementando con el paso
de los minutos y con cada llegada de los griegos que hacía aparecer a un San
Keylor que se convirtió en una muralla. ¡Teníamos fe! Todo saldría bien,
quedaban apenas unos cuanto minutos para acariciar la clasificación, pero llegó
el gol de Grecia. Socratis Papastathopoulos –es el jugador con el apellido más
largo que ha anotado en todos los mundiales que se han disputado- rompía las
esperanzas ticas e hizo que el corazón de todos se hiciera un puño.
Con diez hombres y con los
tiempos extra por jugarse, Costa Rica salió con una sola consigna, avanzar,
dejar a la selección griega en el camino y seguir haciendo lo que más le gusta,
jugar al fútbol. Minutos de mucha tensión se vivieron, algunos se quedaron sin
uñas, otros no pudieron aguantar el estrés y tuvieron que dejar de ver el
partidos, pero en general los cuatro millones de costarricenses estábamos esperanzados
y teníamos fe en nuestro equipo. Los sustos no mermaron en la prórroga, todos los
jugadores estaban agotados, las piernas de Campbell ya no tenían fuerza, pero
el sueño seguía intacto.
¡Penales! Era la hora de la
verdad, no había un más allá pues el partido se iba a definir por medio de los
lanzamientos desde los once pasos. El corazón de todos palpitaba de manera
alarmante, estábamos tan cerca y tan lejos a la vez. Le tocó lanzar a Celso de
primero, la cábala estaba de nuestro lado porque quien lanza primero suele
llevarse la victoria, el mundo entero estaba expectante y ¡GOOOL! Borges metió
el primero y pudimos volver a respirar. Cada lanzamiento fue un martirio, ese
nerviosismo que amamos aquellos que somos unos apasionados por el fútbol se
multiplicó. Ruíz, Pipo y Joel habían marcado en sus respectivos cobros, así que solo necesitábamos que nuestro
arquero parara una para tener la oportunidad de avanzar, y Navas lo hizo.
¡SAN KEYLOR LA PARÓ! Todos lo
gritamos, saltamos, lloramos, la había detenido y ahora teníamos el pase a los
cuartos de final en nuestras manos. Se venía Umaña, el jugador tico con más
minutos disputados en un mundial tenía la responsabilidad de lanzar el penal
más importante de la pequeña nación costarricense. Se veía tranquilo, pero los
ticos no lo estábamos, queríamos que acabara el sufrimiento y cuando vimos ese
balón traspasar la línea de meta un grito de gol se hizo presente, mas fue
interrumpido por las lágrimas que se apoderaron de la mayoría.
¡ESTABAMOS EN CUARTOS! Lo habíamos
logrado, habíamos conseguido lo que ni nosotros mismos pensábamos que podíamos
vivir. ¡GRACIAS DIOS POR HABERME HECHO NACER EN COSTA RICA, EL PAÍS MÁS FELIZ
DEL MUNDO! Y si a alguien le quedaba alguna duda de lo que esos veinticinco
jugadores podían lograr, ellos mismos se encargaron de eliminar cualquier
rastro de ella porque sencillamente nos regalaron algo que tanto habíamos
deseado, nos demostraron su amor por el país y por cada uno de sus habitantes, y
con coraje y pundonor supieron enamorar a todos y cada uno de los ticos, y a
muchísimos aficionados del fútbol alrededor del mundo.
La fuente de la Hispanidad nunca
había estado abarrotada de tantos ticos, un mar de gente se hizo presente para
celebrar en familia la histórica clasificación de la sele. La alegría se
desbordaba, las cornetas no paraban de sonar y la celebración se extendió hasta
altas horas de la noche. A donde quiera que se iba había una bandera con los
colores patrios ondeando, una sonrisa cargada de felicidad y una ilusión que
nos ponía a todos a soñar aún más en grande.
Ahora era el turno de Holanda, el
subcampeón del mundo, la naranja mecánica que no se ha cansado de luchar por
conseguir el preciado campeonato, esa poderosa selección que se había dado el
lujo de golear a los españoles y de vapulear a los chilenos, y de lo que hizo
con México mejor ni hablar. Esta vez no nos achicamos, ya habíamos enfrentado a
selecciones poderosas, ya habíamos dejado atrás al pesimismo y todos juntos estábamos
dispuestos a apoyar sin parar a los muchachos con tal de que lo dieran todo en
la cancha, y eso fue lo que hicieron. Que orgullo ver que, a pesar del
constante asecho por parte de los holandeses, nunca nos dimos por menos. Las salvadas
de Navas y la intervención de los postes nos hacían sentir que de verdad había
algo –quizá sobrenatural o poder divino- que nos quería adentro de las
semifinales, nos lo merecíamos. No dejamos en paz a Robben, fastidiamos los
intentos de Sneijder y Van Persie ni se sintió por la enorme labor realizada
por nuestros once guerreros.
Los minutos pasaron de forma
lenta y caprichosa, pero se llegó a los tiempos extras, eso que de alguna nos
acercaba a los penales que eran una ruleta rusa. Que equipo tan grande, que
clase de jugadores tenemos por Dios, aguantaron otra prórroga como lo que son,
unos campeones e hicieron sudar a los holandeses. El gol no quiso hacerse presente en la Arena Fonte Nova y eso
nos obligaba a volver a los lanzamientos desde el punto de penal. ¡OTRO
SUFRIMIENTO MÁS! Muchos ya no sabían si eran capaces de soportar otros penales,
sencillamente la presión sanguínea estaba bastante alterada y el corazón de
todos palpitaba de forma irregular, pero teníamos ¡FE!
Volvíamos a lanzar de primeros,
algunos recordamos la cábala y respiramos con tranquilidad, pero esta vez no se
iba a cumplir, esta vez la suerte no estuvo más de nuestro lado… Desafortunadamente,
a pesar de las anotaciones de Celso, Pipo y Bolaños, los cobros de nuestro
capitán, de ese que nos había regalado dos goles históricos, y de Umaña, ese
hombre que con una calma admirable nos había situado en los cuartos de final,
fueron detenidos por el portero rival, ese que jugó menos de un minuto durante
el encuentro. Navas lo intentó en los cuatro lanzamientos holandeses, mas no
consiguió detener ningún balón así que ese fue el momento en el que la
participación de la selección nacional culminó.
Algunos lloraron, otros estaban
en estado de shock, perplejos o sencillamente no tenían palabras que pronunciar. Mientras que otros aplaudieron, se sintieron
orgullosos y sobre todo agradecidos por todo lo que nos regaló la selección
nacional durante este proceso mundialista, porque algunos se olvidan que antes
de ganarle a Italia se empató de forma agónica contra Panamá, o que antes de
vengarnos de Uruguay nos tocó perder bajo la nieve en Denver. Todo eso hizo que
se forjara el carácter de los jugadores, que se construyera una base tan sólida
que nadie pudo destruir porque ¡NOS FUIMOS INVICTOS! Nadie fue capaz de
vencernos, lo cual constituye un logro más en la extensa lista, a la que se
suma el hecho de que tan solo pudieron batir a Navas en dos ocasiones, eso a
pesar de enfrentarse a jugadores de la talla de Forlan, Cavani, Rooney, Ballotelli,
Salpinguidis y los siempre peligrosos holandeses, y también en el plano
individual destaca el hecho de que Celso corrió poco más de sesenta kilómetros en
los cinco partidos que disputó, ¡Que bárbaro! Y también el que Joel, Ruiz y Keylor, este
último por partida triple, hayan obtenido el premio al mejor jugador de
partido. Ahh y por si fuera poco tenemos a la mejor defensa del mundial y a uno
de los técnicos más aclamados por su excelente planteamiento táctico.
¿Cómo no estar orgullosos de la
sele después de todo eso? Es que ni siquiera la persona que se considera anti-futbolera
puede negar que no se le erizó la piel al escuchar nuestro hermoso himno
nacional, nadie puede decir que no cantó a todo pulmón las estrofas del mismo y
que con cada pitido inicial su corazón no se detuvo. No puede haber alguien en
este país que no haya gritado efusivamente el gol de Campbell, el de Duarte, el de Ureña y los dos goles de Ruiz, no me pasa por mi mente que exista un ser humano
que haya nacido en este maravilloso territorio que no haya tocado el cielo
cuando Navas atajó el penal o que se haya sentido pésimo cuando Grecia nos
empató al final. Esto es fútbol señoras y señores, y yo, al igual que millones
de personas en el mundo me siento enamorada perdidamente de todas las emociones
que este deporte provoca.
Cuanto daría por haber escuchado a Pilo narrar la tapada de
Navas, por ver a Marshall tirar un centro para que el balón fuera desviado de
cabeza y acabara en la red. Cuanto me hubiese gustado ver a Sabo meter un gol a
pase de Oviedo, o ver al titi corriendo la banda derecha, pero ellos de una u
otra forma fueron parte de ese equipo, de esa familia que logró representar de
manera extraordinaria a cuatro millones de personas. Cada vez que los once
jugadores saltaban a la cancha sabían que tenían sobre su espalda las
esperanzas de un país que siempre los apoyó, aunque no se puede negar que
muchas veces se les criticó, ellos tenían claro que cada pase, que cada atajada
y que cada gol iba a ser agradecido por cada uno de los costarricenses y la
verdad es que así será por siempre.
¡GRACIAS SELE! Gracias porque nos enseñaste a creer, gracias
porque uniste aún más a este pequeño país, gracias por demostrarle al mundo
entero que los ticos somos ¡PURA VIDA! Gracias por habernos dejado una gran
enseñanza, porque de ahora en adelante cuando las situaciones se tornen difíciles
o cuando todos a nuestro alrededor nos den los peores pronósticos vamos a
luchar, a esforzarnos y a salir a darlo todo tal como esta maravillosa
selección lo hizo. Tal vez eso suena muy romántico, pero es la verdad, ahora
todos vamos a tener en la retina de nuestros ojos el recuerdo de la hazaña que
esos campeones consiguieron y eso servirá de inspiración a muchos para alcanzar
sus metas. Gracias de verdad a cada uno de las personas que formaron parte de
ese proceso que concluyó con la consecución del octavo lugar en el campeonato
mundial de fútbol Brasil 2014 y por la mejor ubicación en el ranking FIFA al
ocupar el decimosexto lugar. Gracias por haber dejado todo en cada partido y
por salir siempre con la convicción de hacer que todos los ticos nos sintiéramos
orgullosos. ¡GRACIAS INFINITAS!
Los ticos no le pusimos un punto y final a la historia del
mundial, al contrario, acabamos de mostrarle al mundo entero que somos capaces
de grandes cosas y con un buen proceso estoy segura que en algún momento
podemos llegar a tener una estrella por encima del escudo de Costa Rica. Soñar
es gratis y luego de lo conseguido en Brasil ¿por qué no hacerlo?
Esta es la historia
de la muerte, de la cenicienta, de esa pequeña nación que conquistó a todos en
este planeta, esta es la historia de la selección de Costa Rica, nuestra
campeona mundial, de los guerreros del fútbol, de los generadores del furor
nacional. Gracias Pinto, gracias FEDEFUTBOL, gracias a todos los colaboradores
y sobre todo gracias a esos veinticinco guerreros por haber dejado el nombre de
Costa Rica muy en alto.
Joselyn Brenes Morales, 6 de julio 2014
Costa Rica, historia de la muerte.