sábado, 10 de agosto de 2019

Atormentemos al tiempo


Un día,
con esa serenidad tan tuya,
capaz de congelarme el alma,
me dijiste que se te apetecía
atormentar al tiempo...

"Pausemos el reloj cuando estemos juntas
y movamos sus agujas a nuestro antojo,
con poca cordura,
o mejor aun,
sin cordura
alguna".

Exclamaste como si fuera tu norte,
como si de eso pendiera tu vida...
como si de eso (de) pendiera mi vida…

Yo reí,
como quien escucha el relato
sobre su más reciente travesura,
como quien no es consciente
que la vida se escurre
entre los dedos,
como quien es feliz
sin temer no serlo...

Mas,
en ese instante,
que duró horas,
pero que se sintió como una brisa
escuálida intermitente,
supe que realmente necesitabas
dejar de escuchar el segundero avanzar...

Se me estrujó el corazón al notar
que tenía sentido lo que sentías.
Cada movimiento de la aguja significaba
un instante más vivido,
un instante menos por vivir...

Y ni tú,
ni yo,
ni nuestro amor,
estamos preparadas para
ser esclavas del tiempo.

Deparé 
en lo mucho que odio
cuando al cabo del primer beso
el sol decide que su jornada ha acabado
y le da paso a la luna.

Esa luna que me acompaña cada noche,
por siete días,
mientras espero (im) paciente
para volver a perderme en tu cuello.

Deparé
en que contigo
cada instante compartido
es un sueño,
y cada instante lejos de ti
es un tormento.

Y el tiempo,
el maldito tiempo,
se encarga de hacerme sentir
que cuando estoy contigo
viajamos a la velocidad de la luz,
y que cuando el destino nos separa
la arena se atasca en el reloj,
y él no avanza.

Pero entonces lo entendí.
No hacía falta atormentar al tiempo.
No hacía mover las agujar del reloj.
No hacía falta pausarlo todo.
Sólo necesitamos mirarnos a los ojos
y dejar lo demás de lado
porque cuando se ama a alguien
un segundo es suficiente
y el tiempo no importa 
¡un carajo!

Joss Brenes
Agosto de 2019