domingo, 1 de junio de 2014

"Historia de una mujer"


Quiero confesar públicamente algo que desde hace tiempo he deseado sacar de mi interior: ¡SOY HOMOSEXUAL! Y no me avergüenzo de ello, o al menos ahora no lo hago gracias al largo proceso que he llevado a cabo para aceptarlo. 

Pues bien, después de que he dicho esta liberadora verdad espero contar con tu atención por un momento para poder expresar lo que siento al decir eso.

Primero quiero que sepas que ser homosexual es algo que desde las sociedades "primitivas" se ha castigado, aborrecido y rechazado, pero ¿por qué sucede eso? Y aún más importante, ¿cómo es que todavía, en el mundo contemporáneo, el ser homosexual es visto como una enfermedad, un pecado o incluso como una anomalía? Al parecer ni siquiera con el paso de cientos de años el ser humano ha aprendido a respetar a sus semejantes, y sigue tendiendo a crear desigualdades al considerar que no cumplen con los parámetros de "normalidad". Entonces mi pregunta ahora es, ¿qué es normalidad? Es decir, ¿en un mundo con más de siete mil millones de habitantes se puede hablar de la existencia de una "normalidad"? Pues yo personalmente no creo que exista una definición exacta para ese término, mas de haberla debería considerar a todos como normales, o ¿acaso no somos todos seres humanos?

Volviendo a mi primera frase, "soy homosexual", es increíble cuanta diferencia puede causar en la vida de una persona decir algo así; unas simples, pero delicadas palabras como esas al ser pronunciadas (o escritas como en este caso) llegan a modificar en gran medida la forma en que se desenvuelve el individuo dentro de la sociedad. ¿Por qué? Mmm tal vez porque la colectividad en la actualidad sigue teniendo un pensamiento muy "cerrado" que se opone y lucha con tenacidad por mantener a sus miembros bajo control.

Estoy segura que cuando dije esas “perturbadoras” palabras por un segundo tu mundo se detuvo, analizaste mis acciones y aptitudes de los últimos años; pensaste en mi familia, en mis amigos, en cómo mi vida será diferente… Puedo asegurar también que desde el momento en el que dije: “soy homosexual”, tú mismo cambiaste la forma en la que me considerabas. Sé que ya nada será igual, pero ¿sabes qué? No me importa, porque no pienso seguir guardando bajo llave mis sentimientos.

Al decir abiertamente que “soy homosexual” no sólo estoy diciendo que mi orientación sexual, entendida como el patrón característico de elección de compañeros sexuales, se inclina por personas de mi mismo sexo; en realidad estoy aceptando que no cumplo con el rol que la sociedad me impuso desde en que nací. Al vencer el miedo, o mejor dicho, al derrumbar esa barrera que yo misma había construido para apartar mis verdaderos sentimientos de lo que la sociedad quería que sintiera, estoy condenándome a una vida de discriminación, de rechazo y en algunos casos también de odio. Lo entiendo, soy totalmente consciente de ello y, a pesar de que me causará una enorme tristeza, lo asumo. ¿Por qué? Pues porque sencillamente pienso que lo más importante es estar bien conmigo misma, y vivir una doble vida no es exactamente lo que entiendo por “bienestar”.

Aceptar que "soy homosexual " ha sido un largo proceso, no fue algo que surgió de la noche a la mañana como algunos pueden creer. El primer paso consistió en la aceptación, en decirme a mí misma que lo que estaba sintiendo era normal y que recibía el nombre de homosexualidad. Esa primera etapa no fue tan sencilla como parece ya que la negación es un fantasma difícil de vencer, el cual encuentra sus fuerzas en el control social ejercido mediante los diversos agentes socializadores que establecen que la homosexualidad es algo que está completamente mal.

Entonces, ¿qué puede llegar a pensar alguien al percatarse que se siente atraído por personas de su mismo sexo? ¿Quién nos enseña que lo que sentimos no está mal? ¿Quién nos apoya? ¿Quién nos habla de lo que ser homosexual significa? La respuesta es sencilla: NADIE. Las herramientas que se tienen por lo general son los medios de comunicación, y tal vez, si se tiene suerte, alguna persona cercana que comparte tus preferencias; no obstante, eso no siempre es suficiente y por eso es que la aceptación dura tanto en llegar. Además, hay que tomar en cuenta que los medios de comunicación muchas veces lo que hacen es reproducir los malditos estereotipos que las personas crean sobre la homosexualidad, y esto provoca mayores inseguridades en aquellos que nos consideramos como tales.

Una vez que acepté en mi interior que era homosexual tuve que pasar a analizar qué era exactamente lo que sentía, a definirme interiormente, a determinar mis gustos y posteriormente a sentirme orgullosa. Cuando por fin llegué a esa última parte me di cuenta de que era hora de dar el siguiente paso, de que el temido y odiado “armario” tenía que ser parte del pasado, pero eso hizo surgir una serie de inseguridades realmente aterradoras. 

Sabía de antemano que confesar mi homosexualidad iba a provocar que las personas a mi alrededor me rechazaran, que me miraran de mala forma y que murmuran a mis espaldas. ¿Seré capaz de soportarlo? Esa fue la pregunta que me detuvo por mucho tiempo pues al inicio pensaba que no. No podía imaginarme viviendo una vida así. Sin embargo, con el paso del tiempo me di cuenta de que confesarlo no era un crimen, que era un paso necesario para poder avanzar en este camino llamado “vida”, y por eso me estoy dirigiendo a ustedes para decirles realmente quien soy.

Llevo bastante tiempo pensando en lo que quiero para mi vida, en lo que siento y en lo que las personas que están a mi alrededor esperan de mí. Al final de hacer ese análisis he llegado a la conclusión de que no puedo permitir que el control social me impida dejar en libertad mis emociones y que límite mi forma de vivir.

¿Por ser homosexual tengo que vivir una vida llena de represiones y miedo? ¿Estoy condenada a la falta de amor y a los constantes señalamientos? ¿Es justo que aceptar mi orientación sexual ponga en riesgo la estabilidad de mi vida? No tengo respuestas para esas preguntas, pero sí sé que salir de manera pública del terrorífico “armario” me va a llevar a tener una especie de paz personal, algo que sólo yo en mi interior voy a valorar. 

Sin embargo hay otra interrogante que ha hecho que me mortifique por un largo tiempo, y es la duda de si me quedaré sin amigos al hacer pública mi orientación sexual. Soy consciente de que existe una gran posibilidad de que muchos de ellos se aparten de mi lado al enterarse de mi verdad, pero sé que habrán otros que se quedarán junto a mí, y también estoy segura de que conoceré a nuevas personas que llenarán mi mundo de color. Y tal vez algún día aquellos que se alejaron pueden llegar a darse cuenta de que soy una persona como cualquier otra, y eso los puede conducir de vuelta a mi vida, y si no sucede, pues no me voy a morir.

¿Vale la pena sacrificar tantas cosas por decir que me atraen las personas de mi mismo sexo? Por supuesto, no tengo la menor duda de eso. Tengo claro que no soy capaz de vivir durante años en la oscuridad; no soy lo suficientemente fuerte para abstenerme de hablar con franqueza sobre mis sentimientos, ni tampoco tengo motivos para tener que hacerlo. Es decir, no puedo negar que pensar en que mi familia se sentirá decepcionada y que perderé a muchísimos amigos me desgarra por dentro, pero si llego a vivir unos setenta años espero haberlos disfrutado y haber sido yo misma durante la mayoría del tiempo. No quiero llegar a la última etapa de mi vida y darme cuenta de que callar me privó de cientos de cosas bellas, así que prefiero asumir las consecuencias que me traerá el haberle confesado a la humanidad mi homosexualidad. Además personalmente creo que mis padres no tienen motivos para sentirse desilusionados o avergonzados, pues en realidad ellos saben que me educaron muy bien, me enseñaron a luchar por lo que siento, por lo que soy y también a RESPETAR a los demás, lo cual es algo que les agradezco infinitamente.

Nadie escoge de quién se enamora, aunque está claro que existen algunos factores que pueden ayudar a que ese sentimiento aflore, nadie es capaz de decirle a su corazón “esa persona no es la correcta”. Sin embargo, para la sociedad eso tiene que suceder; si eres homosexual debes buscar la manera de encajar con las reglas que en ella se dictan, tienes que dejar de lado tus sentimientos y asumir el rol que se te proporcionó sin tener derecho a quejarte. 

Por un momento consideré hacer lo que la sociedad impone, pensé en establecer una relación con una pareja heterosexual, concebir la idea de llegar a casarme y de tener hijos, pero eso no me hacía feliz. Entonces me pregunto, ¿vale la pena sacrificar la felicidad por intentar calzar de algún modo con lo que las otras personas quieren? Eso cada uno lo evaluará, pero en mi caso creo que la balanza vuelve a inclinarse por el hecho de vivir como soy y no como los demás quieren o esperan que sea.

Mis sentimientos son igual de importantes que los de las demás personas, o ¿acaso amar a alguien que tiene el mismo sexo que yo es una abominación? Por supuesto que no, el amor es el sentimiento más hermoso que existe y la preferencia sexual no puede ser una limitación para sentirlo, ni un motivo de control social. 

Tal parece que hoy en día hay un poco más de “asimilación” de la homosexualidad, pero seguimos siendo DISCRIMINADOS, tratados como una escoria y tachados como promotores de cosas diabólicas, e incluso en algunos casos como criminales.

Yo me he enamorado de una persona por lo que me hace sentir, por las emociones que me provoca cuando comparto con ella y NO por sus órganos sexuales. ¿Qué diferencia existe entre amar a un hombre de amar a una mujer? NINGUNA, ambos son personas, ambos tienen dos ojos, una nariz, una boca, un corazón y un cerebro. ¿Qué es lo diferente? Sus órganos sexuales, eso es lo único que hace que se creen estas distinciones y que se condene a las personas que aman a alguien que posee su mismo sistema reproductor; pero hombre y mujer son iguales, son personas y eso es lo que importa.

Es increíble que se siga ejerciendo tanta presión sobre los homosexuales y que, a pesar de los arduos esfuerzos de diversas organizaciones a nivel mundial, la situación no haya mejorado mucho. No obstante, al menos hoy en día hay ciertas personas que dejaron de lado sus palabras discriminatorias y comenzaron a practicar eso que a muchos les falta llamado “tolerancia”. ¿Ha servido de algo? Pues puede que haya hecho un poco más llevadera la vida de los homosexuales, pero es muy decepcionante que estas mismas personas que nos “toleran” sean parte de quienes nos tachan de “anormales”. Si considerarse homosexual lleva a ser visto a una persona como anormal, entonces ahora puedes presumir que conoces a alguien anormal porque yo prefiero ser tachada como tal a vivir una vida de mentiras y soledad.

En algún momento leí que durante la práctica de la esclavitud a la gente de color no se les consideraba como personas, lo demás creo que ya todos lo sabemos, pero afortunadamente después de sangrientas luchas ellos lograron ser considerados como seres humanos y adquirieron por fin los derechos que les pertenecían. ¿Entonces existe la posibilidad de que los homosexuales seamos en algún momento vistos como personas poseedoras de derechos y sentimientos? Espero que sí porque la realidad es que lo SOMOS, y ciertos actos que han sucedido en los últimos años me dan esperanzas de que eso sucederá, aunque sé de antemano que no será fácil y que no ocurrirá de la noche a la mañana.

Sin embargo, hay algo que me inquieta y es el hecho de que desde que tenemos uso de la razón la sociedad nos dice que si somos mujeres debemos amar a un hombre, y viceversa. Entonces me aterroriza lo que pueden llegar a sentir los niños que experimentan atracción por personas del mismo sexo, es decir, ellos no poseen conocimientos de lo que es la homosexualidad, y los diferentes agentes socializadores le enseñan que lo que sienten está mal. Eso los lleva a una vida llena de represión y en algunos casos de depresión, lo cual me parece una completa estupidez porque lo que ellos están sintiendo es totalmente normal; se enamoraron de una persona, no de un género. Es por eso que creo que es necesario que desde pequeños se les den herramientas y apoyo a aquellos que sienten una atracción hacia las personas de su mismo sexo, de esta forma la vida podría ser más sencilla para ese grupo tan vulnerable que suele no tomarse en cuenta.

¿Cuánta diferencia puede haber al decir "estoy enamorada, quiero casarme y tener hijos" si lo dice una persona homosexual y no alguien heterosexual? Mucha, muchísima, es más, están en mundos totalmente distintos. ¿Por qué es tan difícil para la sociedad comprender que los homosexuales también podemos llevar una vida como cualquier otra persona? ¿Será que no se dan cuenta de que tenemos sentimientos y de que somos tan capaces como todos los demás de alcanzar los ideales que la misma colectividad pone en nuestras mentes desde pequeños? 

Vivimos en una sociedad panóptica donde cada una de nuestras acciones son vigiladas, evaluadas y en ciertos casos corregidas, pero eso no quiere decir que nos pueden “cambiar”; no tienen derecho ni siquiera de intentar hacerlo porque tenemos libertad de amar a quien nuestro corazón elija. No se puede legitimar que se nos trate de manera diferente; no puede ser que exista tanta desigualdad en cuanto a nuestros derechos, porque si no lo sabías te lo digo, TODOS SOMOS IGUALES y merecemos las mismas oportunidades que los demás.

Pues ahora sabes que “soy homosexual”, sabes que cuando me hablan de amor soy capaz de suspirar, que soy una persona que ama a otra por sus sentimientos y no por su físico. Yo “soy homosexual” y no tengo miedo a decirlo, no temo admitirlo ante la sociedad y dar la cara ante las personas que se opongan. Lo único que pido es respeto, sólo quiero poder tomar de la mano a mi pareja y besarla sin complejos y sin temor de ser tratada como basura. ¿Eso es mucho pedir? Yo “Soy Homosexual” y me amo lo suficiente como para admitirlo y romper con el control social, “soy homosexual” y quiero que te des cuenta de que soy una persona como cualquier otra. 

También deseo que tengas en cuenta que si mi orientación sexual te incomoda no hace falta que me digas que no compartes lo que siento porque sencillamente sé que la mayoría de personas piensa igual que tú, y estoy preparada para afrontarlo. En cambio, si me apoyas, si me aceptas como soy, entonces quiero agradecerte por considerarme como tu semejante, lo cual es exactamente lo que soy.

Quiero concluir haciendo un llamado a la igualdad, al respeto, a la tolerancia y a todo aquello que puede hacer que la vida de los homosexuales sea tan placentera como la que puede tener un heterosexual. 

“Historia de una homosexual”, Joselyn Brenes Morales.