¿Qué sentido tiene?
Al cabo de mi
segunda taza de café,
entre las dos y
las tres,
su pregunta me
abofeteó
al aparecer de la
nada
y se sintió como
una ráfaga cargada
de dudas
congeladas.
“¿Qué sentido tiene?”
Fueron sus palabras.
¿Qué sentido tiene amar a alguien
si no es la persona
del “vivieron felices para siempre”,
si no es la persona
indicada?
Yo me quedé inmutada,
liberada,
calmada,
mas no por la pregunta,
sino por la respuesta
que de mi boca brotaba.
Respuesta,
valga decir,
de la que no tengo duda alguna,
por su innata certeza.
Las personas somos
seres sociales,
de modo que es
parte de nuestra naturaleza
crear relaciones
con quienes nos rodean.
Relaciones que pueden ser
familiares,
laborales,
vecinales,
perdurables,
ocasionales...
Relaciones amorosas,
de pareja,
independientemente de si son cortas
o duraderas.
Las personas, en
lo que a mí respecta,
no somos más que
compañeros de viaje.
Es así como encontramos una gama,
muy variada, de acompañantes
pues hay viajes
largos y estables,
también los hay
cortos,
con altibajos,
algunos
paradisiacos
y otros menos
memorables.
Hay viajes agotadores,
que se quedan con la última pizca de energía
y de alegría.
Pero también los hay rejuvenecedores,
de esos que le dan un vuelco a la vida,
que le dan sentido
y que te ponen de vuelta en el camino perdido.
Hay compañeros de
viaje cuyo impacto es tan minúsculo
que no es capaz de percibirse con el microscopio más potente,
sin embargo, otros
no se quedan mucho
y dejan una marca
indeleble.
Hay compañeros de viaje memorables,
capaces de tocar cada fibra de tu ser
al recordar la pureza de una mirada.
Mientras que otros se niegan a abandonar el viaje
así que vuelven a formar parte del andamiaje.
La respuesta, en lo que a mí respecta,
está envuelta en un manto de simpleza.
Los compañeros de
viaje
no son todos
iguales
y no vienen
dotados con el mismo propósito.
Los compañeros de
viaje
son todos
importantes,
aun aquellos de cuyos nombres no logras recordarte.
Cada experiencia compartida con un compañero de viaje
termina dando forma a tu propia historia.
Y al final, ¿no se supone que nuestra existencia
se compone de las experiencias vividas?
Ahí
está
la
respuesta.
Tiene sentido amar
a alguien a más no poder.
Tiene sentido
luchar con todas las fuerzas para que la historia
siga escribiéndose.
Tiene sentido poner
todo el empeño en prologar,
aunque sea un poco
más,
lo que estamos
viviendo.
Tiene sentido,
tiene mucho sentido,
incluso cuando debes limpiar el rastro
que las lágrimas dejan en el camino,
incluso cuando debes poner un punto y final
a un viaje que ni siquiera había terminado
de empezar.
Ahí está la respuesta.
Toda experiencia cuenta
aun aquella que no termina
como lo imaginamos en nuestra cabeza.
De manera que,
al cabo de mi cuarta taza de café,
entre las cinco y las seis,
la respuesta me brindó una calma inesperada
y apaciguó las dudas
que antes afloraban.
Joselyn Brenes
2 de julio de 2019
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